Por eso el salterio galicano siguió
usándose en la liturgia romana, y este texto, muchas veces
incomprensible, ha sido una rémora de la Iglesia de
Occidente, que no ha podido comprender y gustar las cualidades
espirituales y literarias de su principal libro de
oración. Las nuevas traducciones de los salmos a las
lenguas modernas hacen su lectura mucho más agradable y
fructífera para los lectores de hoy, de lo que fue la
lectura de aquél latín críptico a los largo
de casi dieciséis siglos.
La numeración de los salmos no es exactamente
igual en hebreo y en las traducciones griega (Septuaginta) y
latina (Vulgata). Esto se debe a que el griego combina en un solo
poema dos salmos distintos del texto masorético (9 Gr. =
9-10 MT; 113 Gr. = 114-115 MT), y divide en dos un salmo hebreo
(114-115 Gr. = 116 MT; 146-147 Gr. = 147 MT ).
La siguiente tabla muestra la correspondencia entre
ambas numeraciones
F. ¿CÓMO LEER Y ORAR LOS
SALMOS?
(Resumiremos y glosaremos aquí algunos
pensamientos de Hilari Raguer en su magnífico
opúsculo Para comprender los Salmos, Verbo divino
1996, pp. 39-58).
Dios tomó la iniciativa de relacionarse con un
pueblo, y a través de él con toda la humanidad.
Israel es consciente de ello y por eso comparece ante Dios en
actitud de alabanza, acción de gracias, arrepentimiento,
confianza, súplica…
Orar no es ensimismarse subjetivamente con la ayuda de
ciertas técnicas de relajación o
introspección, sino de ponerse ante el Dios vivo y tres
veces santo. La oración es el encuentro de lo
efímero de nuestro tiempo con la eternidad,
Jesús nació en un pueblo que sabía
orar (J. Jeremías). Los estoicos consideraban
inútil la oración porque confundían a Dios
con el universo. "¿Por qué alzar las manos a Dios?
-se preguntaba Séneca- ¡Dios está dentro de
ti!" Pero Jesús nació en un pueblo que tenía
un sentido de la trascendencia divina que no se confunde con el
cielo y la tierra, ni con nuestra subjetividad, aunque
esté más dentro que lo más íntimo que
hay en mí (intimior intimo mei). Es el Otro, y
por eso puedo dirigirme a él. Claudel llamaba a los
salmistas "los tuteadores de Dios".
Orar supone un contacto, una presencia mutua. Lo
más importante de la oración es el momento del
encuentro, la tangencia de dos intimidades. Cuando ese contacto
se ha establecido las palabras son ya lo de menos. Pero a veces
las palabras ayudan a establecer ese contacto que acabará
por hacerlas superfluas.
Pero Dios ha querido enseñarnos a orar, y nos ha
revelado las palabras que quiere que usemos en nuestra
oración. Por eso los salmos antes que ser palabra del
hombre a Dios son palabra de Dios al hombre. Podrá haber
textos de oraciones más poéticas, más
actuales, más dramáticas, para nuestro gusto, pero
no para el gusto de Dios. Y cuando oramos lo importante no son
las palabras que nos gustan a nosotros, sino las que le gustan a
él. "Dios se ha alabado a sí mismo, para que
pudiéramos alabarle dignamente" (ver texto nº
11).
1. Estudiar los salmos
En los tres grados clásicos de oración:
oratio, meditatio et contemplatio, la meditación ocupa el
lugar intermedio. La meditación es el estudio del texto a
la luz de buenos comentarios o maestros, y a la luz de los textos
paralelos de la Escritura, que podemos encontrar en
concordancias, y notas marginales o a pie de página. El
estudio no es oración, pero le da solidez y objetividad.
Podemos estudiar los salmos poco a poco, uno cada vez. Los salmos
son vasos comunicantes. Lo que hemos aprendido sobre uno nos
ayudará mucho a entender mejor el siguiente.
Conocer las lenguas originales es una gran ayuda para
profundizar en el texto. Santa Teresita decía que hubiera
querido saber hebreo par poder rezar los salmos en su lengua
original. Dice Chouraki: "Para mi padre ser judío era
simplemente saberse los salmos de memoria en hebreo, y otros
textos de la Escritura".
Los salmos son poesía y la poesía suele
ser difícil de primer lectura, más aún si
pertenece a una literatura de hace miles de años. Por eso
lo primero hay que familiarizarse con el texto. El ideal
sería aprenderlos de memoria, lo cual resulta
más fácil si los aprendemos con música.
Antiguamente destituían a los obispos que no se
sabían los salmos.
Al menos podremos memorizar fragmentos, versos,
antífonas. Cuando nos vamos familiarizando con el estilo,
el lenguaje, el sentimiento, nos va resultando más
fácil rezarlos. Cuando salmodiamos en el oficio divino en
común, aunque todos repitan las mismas palabras, las
resonancias que suscitan en cada uno son distintas. Por eso es
posible una recitación a la vez comunitaria y personal.
Los matices y aplicaciones y resonancias son muy distintos.
Cuanto mejor nos sepamos de memoria las palabras, mejor podremos
abandonarnos al texto y a su resonancia interna, porque nos
liberamos de ese esfuerzo visual e intelectual que bloquea o
frena las facultadas del espíritu.
Cuanto menos se dependa del libro, más
volarán la imaginación y los afectos. La regla de
Casiano es "recitar los salmos como si tú fueras su
autor", y "anticiparse al texto más bien que seguirlo".
Así no iremos a remolque de lo que se lee, sino que
anticiparemos el argumento general, y los desarrollos concretos
ya desde el primer versículo.
Pero no basta aprender el Salterio, hay que aprender la
Biblia. Lutero decía que el Salterio encierra todo el
contenido de la Biblia, encerrado en un pequeño manual.
"Creo que el Espíritu Santo quiso tomarse él mismo
el trabajo de componer una Biblia abreviada a fin de que si
alguien se encuentra en la imposibilidad de leer la Biblia
entera, tenga al menos en el Salterio casi toda la suma de la
Escritura resumida en un pequeño libro". San Atanasio
(Texto 1) dice que el Salterio contiene salmos históricos,
proféticos y sapienciales, y es como un jardín que
junta lo mejor de aquellos géneros, "como un jardín
que tuviera en él sembrados los frutos de los
demás".
Pero en los salmos cambia el tono. Lo que
cuentan los otros libros los salmos lo cantan.
Tratan de lo mismo que el resto de la Biblia, pero en registro de
oración. Pero si no conocemos los otros libros, se nos
escaparán muchos matices del salterio, y el lenguaje
resulta inconcreto, y fuera de contexto. El contexto nos lo dan
los libros históricos, que nos presentan la
salvación no como una realidad abstracta, sino concretada
en una historia de Salvación. Si conocemos bien el
contexto en que fueron escritos los salmos, podremos más
fácilmente traducirlos a nuestro contexto existencial de
hoy.
Hay que tratar de imaginar para qué tipo de
situaciones fue compuesto aquel salmo. Para ello hay que
enfrentarse directamente con el texto, hurgar en él y
dejarse llevar de la imaginación, aunque no sea más
que a efectos de nuestra oración personal..
Situando los salmos en la vida, situamos la vida en los
salmos, y así podrán ayudarnos a discernir los
signos de los tiempos tanto a nivel colectivo como
personal.
2. Desmenuzar los Salmos
Desmenuzar los salmos consiste en rezarlos
deteniéndose en versículos concretos. Hay dos modos
de andar; uno funcional que busca sólo llegar a una meta,
buscando el camino más corto y directo, sin detenerse.
Otro modo de andar es pasearse. No hay meta exterior. El camino
es la meta en sí misma. Podemos aflojar el paso, mirar el
paisaje, y hasta sentarnos un rato.
En el rezo comunitario la acción litúrgica
tiene su ritmo que no podemos interrumpir demasiado, pero en la
oración personal podemos detenernos todo lo que queramos.
En esa lectura pausada, podemos gozar un verso concreto. A veces
la liturgia ha escogido un determinado salmo para una fiesta
sólo por un determinado versículo que guarda
relación con ella, y que se escoge como antífona al
principio y al final.
Se trata de rumiar los salmos. Hacer de ellos cantera de
jaculatorias. Decía san Ignacio que "no el mucho saber
harta y satisface al alma, sino el sentir y gustar las cosas
internamente".
Al terminar de rezar o de meditar un salmo,
pregúntate qué versículo te ha llamado
más la atención, o qué sentido nuevo le has
visto. Apréndelo, repítelo. Cuando vuelvas a rezar
ese salmo más adelante te encontrarás en él
con antiguos conocidos, y poco a poco puedes ir teniendo un buen
repertorio de versículos. Si además los aprendes
con música, o los musicalizas tú mismo, el efecto
se multiplicará, porque, como ya hemos dicho, los salmos
se compusieron para ser cantados y es sólo con
música cuando despiden todo su aroma. En Taizé se
utilizan versos de salmos musicalizados y repetidos a veces
durante horas para crear un clima de oración muy profundo
y contagioso.
Esta repetición podría parecer tediosa o
monótona. Pero sorprendentemente, a medida que las
palabras y la música van calando, se relaja el cuerpo y el
alma y alcanzamos los umbrales de la contemplación. Esta
forma de cantar recuerda el oleaje del mar. contemplar
cómo las olas van y vienen no es algo aburrido. Uno se
deja mecer por ese vaivén y se abandona serenamente a la
contemplación.
La rumia de los salmos era ya corriente entre los
israelitas. Precisamente el salmo 1 dice: "Dichoso el hombre que
se complace en la instrucción de YHWH y su
instrucción susurra día y noche; es como
un árbol plantado junto a la corriente de las aguas, que
da a su tiempo su fruto (Sal 1,2). El verbo empleado es
??? (hagáh, susurrar, mascullar). Se
aplica al arrullo de la tórtola (Is 59,11), al
gruñido del león (Is 31,4), al gemir del hombre (Jr
48,31). La meditación es siempre vocal, va
acompañada de un movimiento de labios, como en el rezo del
rosario.
En la catequesis sobre los salmos, un ejercicio muy
práctico puede ser buscar versículos aplicables a
distintas finalidades o aplicaciones. ¿Con qué
verso felicitarías la Navidad, o a un amigo que se casa?
¿Con cuál darías el pésame a un amigo
por una pérdida familiar? ¿Qué
versículo pondrías a la puerta de tu casa, en un
sagrario, en la sala de estar? ¿Qué
versículos podrías utilizar para bendecir la mesa o
dar gracias por la comida?
También en la oración comunitaria hay
grupos que al terminar el rezo del salmo dan lugar para un tiempo
de silencio tras el cual cada uno puede repetir el verso o
palabras que mas le han impresionado, o incluso glosar con
palabras espontáneas el sentido de ese verso en la
realidad de su vida.
3. Rezar los salmos en comunión
Una intuición muy fecunda en el rezo de los
salmos, sobre todo cuando se hace en comunidad, o en el rezo
litúrgico del breviario, es sentirse en comunión
con todos los que están orando ese salmo, o con todos los
que están viviendo lo que ese salmo trata de
expresar.
Primera y principalmente es sentirse en comunión
con Cristo, lo que Raguer llama cristificar los salmos desde
arriba o desde abajo. A esto dedicaremos un largo apartado cuando
tratemos de los salmos y Cristo. La Ordenación de las
Horas lo explicita: "Cristo está presente en la asamblea
congregada, en la palabra de Dios que se proclama y "cuando la
Iglesia suplica y canta salmos"" (SC 7).
"No es sólo de la Iglesia esta voz, sino
también de Cristo, ya que las súplicas se profieren
en nombre de Cristo, es decir "por nuestro Señor
Jesucristo". Así la Iglesia continúa las plegarias
y súplicas que Cristo presentó al Padre durante su
vida mortal (Hb 5,7) y que por lo mismo poseen singular eficacia.
Tomando los salmos en las manos, y sabiendo que Cristo los
utilizó para su oración en la tierra, podemos
realizar el deseo de tener en nosotros los mismos sentimientos de
Cristo (Flp 2,5). Con nuestras bocas que son miembros de su
cuerpo, le damos la oportunidad a Cristo para seguir diciendo los
salmos al Padre, y seguir siendo "vox Christi ad
Patrem."
Pero también podemos entrar en comunión
con la Iglesia: Sentire cum Ecclesia. Dice la Ordenación
general de la Liturgia de las Horas: Quien recita los salmos en
la Liturgia de las Horas no lo hace tanto en nombre propio como
en nombre de todo el cuerpo de Cristo. Teniendo esto presente se
desvanecen las dificultades que surgen cuando alguien, al recitar
el salmo, advierte tal vez que los sentimientos de su
corazón difieren de los expresados en aquél, por
ejemplo, si el que está triste y afligido se encuentra con
un salmo de júbilo, o, por el contrario, si
sintiéndose alegre se encuentra con un salmo de
lamentación.
Esto se evita fácilmente cuando se trata
simplemente de la oración privada en la que se da la
posibilidad de elegir el salmo más adaptado al propio
estado de ánimo. Pero en el Oficio Divino se recorre toda
la cadena de los salmos, no a título privado, sino en
nombre de la Iglesia, incluso cuando alguien tuviera que recitar
las Horas individualmente. Sin embargo, quien recita los salmos
en nombre de la Iglesia siempre puede encontrar un motivo de
alegría o de tristeza, porque también aquí
tiene su aplicación aquel dicho del Apóstol: "Con
los que ríen estad alegres; con los que lloran, llorad"
(Rm 12,15), y así la fragilidad humana, indispuesta por el
amor propio, se sana por la caridad, que hace que concuerden el
corazón y la voz del que recita el salmo"" (cf. Texto
12).
El rezo de los salmos lo hacemos no sólo en
comunión con la Iglesia militante, sino también con
la Iglesia triunfante. Dice la Ordenación general: "Con la
alabanza que a Dios se ofrece en las Horas, la Iglesia canta
asociándose al himno de alabanza que resuena en las
moradas celestiales, y siente ya el sabor de esa alabanza
celestial que resuena de continuo ante el trono de Dios y del
Cordero, como Juan la describe en el Apocalipsis. Porque la
estrecha unión que se da entre nosotros y la Iglesia
celestial se lleva a cabo cuando celebramos juntos, con fraterna
alegría, la alabanza de la divina majestad, y todos los
redimidos por la sangre de Cristo ensalzamos con un mismo canto
de alabanza al Dios uno y trino" (n. 16; LG 50).
Aunque cantemos mal, aunque nuestra voz sea
débil, la fe nos enseña a sumarnos a esa coral
maravillosa, y dejar que nuestra voz se pierda, se funda con
todas aquellas voces para cantar al que es Tres veces
Santo.
Las formas
literarias
A. LOS HIMNOS
1. Naturaleza de los Himnos
Podemos verificar la teoría de Gunkel tomando
como ejemplo uno de sus tipos principales de salmos, el de los
himnos o cantos de alabanza descriptiva. El himno es un canto
litúrgico singular, propio de cualquier comunidad que se
reúne para alabar a Dios. Este tipo de canto es
común a todas las religiones, y se suele cantar con la
ayuda de los más variados instrumentos
musicales.
Este canto no evoca un fenómeno particular, sino
que puede ser utilizado cada vez que la comunidad se reúne
para dar culto a Dios. Durante el exilio los salmos se utilizaron
en privado, y un poco más tarde en las sinagogas. Los
salmos de alianza se transfirieron del Templo a las sinagogas.
Donde quiera que se entona un himno comienza el culto, ya sea en
la pieza de una casa donde la familia se reúne para orar,
o en una prisión como la de Filipos, o en una catedral
gótica. Veamos el análisis de la forma literaria de
estos Himnos, y notemos cómo el contenido está
vinculado a una forma literaria que trataremos de describir con
cierto detalle.
1. Obertura.
Convocación o invitatorio. La llamada a la
alabanza va en imperativo. "Venid a alabar al Señor". Al
principio era una auténtica convocación, y no una
parte del mismo salmo, sino un preludio Nehemías 9.5
ilustra bien este punto. Más adelante el invitatorio fue
incluido dentro del salmo
Al principio esta convocatoria consistía en una
sola frase: HALLELUYA, "Alabad a YAH". Más tarde se
añadieron otros imperativos: Shiru, enu, zameru, hodu,
harninu, hari'u… "Cantad, alabad, salmodiad, dad
gracias…"
Podemos encontrar también formas yusivas en
3ª persona. tales como: yehi shem meboraj ("que el nombre
del Señor sea alabado"). También formas
cohortativas de 1ª persona: nerannenu, nari'a, nashira,
nagila… ("alegrémonos, aclamemos, cantemos,
regocijémonos…")
Esta convocatoria a la alabanza se va ensanchando cada
vez más, y llega a repetirse a la mitad y al final del
salmos. En algunos casos encontramos un salmos que es todo
él invitatorio, como en el caso del salmo 150, que
está totalmente dominado por el imperativo.
2. Motivos. A continuación del invitatorio
encontramos la parte principal del salmo con un doble enunciado
sobre Dios, haciendo referencia a sus propiedades divinas o a sus
obras. Estas acciones pueden pertenecer al dominio de la
naturaleza, la sociedad, o la historia.
Los motivos para la alabanza se dan siempre en una forma
gramatical precisa. Se pueden expresar ya sea mediante
participios, ya sea mediante una frase comenzada por ??? ki
(porque) o una oración de relativo comenzando con ???
asher (que).
3. Otros ingredientes, o adornos que incluyen
cuestiones retóricas con "mi" ??: ¿quién?
89,9, 106,2.
-Frases negativas con "ein" ???: No hay Dios como
tú, los muertos no alaban al Señor… 33,16; 96,5;
147,10.
– Frases de advertencia con 'al" ??: no os fiéis
de los príncipes. 146,3.
4. Acorde Final. Todas las criaturas son
invitadas a tomar parte de esta alabanza.
2. Una lista de himnos
El himno o cántico de alabanza está
representado fuera del Salterio en el cántico de Ana (1 S
2, 1-10), el de Ezequías (Is 38: 10-20), Habakuk (Ha 3),
los tres jóvenes (Dn 3,52-90), y los tres cantos de Lucas
en el Evangelio de la Infancia (Zacarías, María y
Simeón).
Dentro ya del Salterio podemos considerar como himnos
los salmos 8, 19, 29, 33, 100, 103, 104, 111, 113, 117, 135, 136,
145, 146, 147, 148, 149, 150. Hay otros salmos que también
podrían ser incluidos en este epígrafe, pero que no
corresponden exactamente a la estructura que hemos dado
aquí. También los salmos reales (47, 93, 96-99)
pueden ser incluidos en esta sección
3. Un ejemplo: El salmo 113
Veamos un ejemplo de Himno en el salmo 113.
Verso 1-3. Invitatorio o convocatoria. El
convocante experimenta la realidad de Dios de una forma
irresistible, conmocionante. Su llamada a la alabanza no es una
forma litúrgica muerta, sino que se hace eco de esta
experiencia interior. No guardéis silencio (Sal 30,12).
Hay un deseo de extender la alabanza hasta las extremidades del
tiempo y del espacio. La creación misma, todas las
criaturas animadas e inanimadas son convocadas para alabar a
Dios. El más pequeño insecto es un testigo de la
gloria divina no menos elocuente que la grandeza del sol. El
microscopio revela tanto de su grandeza como el telescopio. La
alabanza no se confina al reducto del Templo, desborda sus muros
para llegar a los confines del tiempo y del espacio. "Desde la
salida del sol hasta su ocaso, mi nombre será grande entre
los Gentiles" (Mal 1,11). "A un extremo del cielo es su salida, y
su órbita llega al otro extremo, y nada escapa de su
ardor" (Sal 19,7).
Este intenso deseo de alabanza, tan presente en el
Salterio, es recogido en la oración cristiana:
"Santificado sea tu nombre".
Verso 4-9. Estos versos nos dan los motivos
para la alabanza, son como el desarrollo de la alabanza. En los
himnos en general esta parte enumera uno detrás de otro
los distintos aspectos de la realidad divina o se fijan
sólo en un punto concreto con todos sus
detalles.
En el caso del salmo 113, oímos el eco
sorprendente de una experiencia de Dios básica. Dios es
sublime en su grandeza, y sin embargo nos mira hasta lo
más hondo que hay en nosotros. Oye los gritos de sus hijos
bajo el yugo de la esclavitud y viene a librarlos. Para el Dios
de Ana, estos dos enunciados se pertenecen mutuamente, son como
los dos polos de un mismo campo magnético Los versos 4-6
describen en detalle la majestad de Dios que se hace presente en
la profunda miseria de los que sufren y los levanta para
acercarlos a sí.
La intervención divina cambia el curso de los
acontecimientos. El sufrimiento no es simplemente un sufrimiento
material, sino que está situado en su contexto social. La
persona que sufre se ve arrastrada a una marginación de
soledad y vergüenza. El salmo escoge dos ejemplos de entre
la gran masa de los sufrientes: un hombre y una mujer, el
indigente y la mujer estéril. Esas personas que
habían sido excluidas del clan de la gente decente y
honorable, van a ser establecidas en un puesto de honor. La
alabanza de Dios en el cielo acaba proyectándose sobre una
pequeña habitación donde una madre se alegra con su
niño pequeño en sus brazos. "¿Qué es
el hombre para que te acuerdes de él?". La sorpresa se
desborda al descubrir por una parte "qué admirable es su
nombre en toda la tierra", y por otra el que se incline sobre el
hombre para coronarlo de gloria y esplendor" (Sal
8,6).
El enunciado de que Dios mira desde arriba y se
compadece hasta el fondo de los que viven en la miseria, se
repite en los salmos 33,13; 136,23; 147, 6. Fuera del salterio
podemos encontrarlo también en el Magnificat de
Lucas.
B. LA ALABANZA NARRATIVA DE LA
COMUNIDAD
La alabanza comunal de Israel a Dios a lo largo de su
historia debió jugar un papel importante, pero quedan muy
pocos salmos en el salterio que pertenecen a este género
literario de AC.
Westermann lo atribuye al hecho de que las colecciones
de los salmos son postexílicas, y han dejado fuera muchos
cantos de la época del primer Templo, porque ya no eran
relevantes en los últimos tiempos en que la nación,
en cuanto tal, no experimentaba los actos de liberación
divina, ya que habían perdido su independencia
política.
Para buscar ejemplos de este tipo de cantos debemos
acudir a otros textos pre-exílicos. La forma más
pura y más sencilla la encontramos en el cántico de
Miriam de Ex 15,21: "Cantad a YHWH pues se cubrió de
gloria, arrojando en el mar caballo y carro". Sólo dos
frases, una para el invitatorio, y la otra para la acción
concreta que motiva la alabanza. Cantos semejantes encontramos en
Sal 66,8-12; 81,6-7; 85; 2-4; 93.3-4; 126,2-3. Se trata
sólo de fragmentos incrustados en otro Salmo más
complejo, de forma contaminada. Los dos únicos salmos que
responden a esta estructura en su totalidad son los Salmos 124 y
129. Fuera del Salterio encontramos Dt 32;43, Is 25,1-5… En el
Nuevo Testamento tenemos el Benedictus de Lc 1,68-75.
Gunkel distinguió en este apartado dos
subespecies. Una, la que acabamos de citar, "Cantos de
Acción de gracias de Israel". La otra son los "Cantos de
victoria". Ambos están llenos del gozo de la
liberación. En ambos grupos la estructura es
común
1.-¡Alabado sea Dios, que nos ha
liberado!
2.- La alabanza es respuesta directa a la acción
divina.
3.- La alabanza se expresa con gozo.
La diferencia está en que en el primer grupo no
hay ninguna alusión a batallas, mientras que en canto de
victoria el relato de la batalla ocupa un lugar
importante
1. Cantos de Acción de gracias de Israel:
Salmo 124
Su Sitz im Leben es una celebración
litúrgica en el templo (1 Mc 4,54; 13,51; 2 Mc 10,7).
Estas fiestas de acción de gracias no correspondían
a un calendario cíclico fijo, como tampoco las
celebraciones comunitarias. Estaban más bien provocada por
circunstancias históricas puntuales e imprevisibles, como
el hecho de la lluvia después de una larga sequía,
o la retirada de los enemigos que sitiaban una ciudad. Cada vez
que el pueblo se sentía liberado celebraba una fiesta de
acción de gracias en el templo. Las pocas indicaciones que
tenemos sobre este tipo de fiestas hablan de alegría y
júbilo desbordante (Is 12,36; 25,9; Sal 67,5; 1 Mc 5,54; 2
Mc 10,6) acompañado de cítaras y trompetas (1 Mc
13,51).
La forma más desarrollada de este canto lo
encontramos en los salmos 124 y 129. Ambos salmos empiezan con un
yusivo: "Que lo diga ahora Israel" (124,1; 129,1; cfr.
también 118,2-4). Muy probablemente al principio del
género había imperativos de invitación, tal
como sucede en los himnos.
En el salmo 124 Israel acaba de librarse de un terrible
peligro. Como siempre, dado el carácter formal de los
salmos, no es posible saber de qué se trataba. Sólo
nos dan frases generales: "Nos habrían tragado vivos",
"las aguas nos habrían anegado", "habría pasado
sobre nosotros un torrente…", "presa de sus dientes", "lazo de
cazadores".
Analicemos brevemente el Salmo 124. El salmo tiene dos
partes principales y una conclusión
v. 1-5: En la primera se expresa lo que hubiera
podido pasar, de no haberse dado una circunstancia
histórica concreta. Se enuncia una condición
irreal, y se imagina uno como hubiera sido todo si esta
condición irreal se hubiera dado. El yusivo en 3ª
persona: "Que lo diga Israel", reemplaza al imperativo de 2ª
persona que era propio del invitatorio de los Himnos (alabanza
comunitaria descriptiva). Pero con una forma literaria nueva
reencontramos así el invitatorio en la alabanza
comunitaria narrativa
v. 6-7: En la segunda parte se afirma la
situación positiva del presente, una vez que la
condición irreal no se dio, y se alaba al Señor que
ha conducido el desarrollo de ese episodio por cauces de
liberación.
v. 8: Conclusión: El último verso
es como una moraleja, que condensa la experiencia vivida, y la
saca de su contexto histórico para enunciarla como verdad
permanente, que es válida en el pasado, presente y futuro,
y se convierte en el ancla de la esperanza para el
futuro.
Esta división queda substanciada por el hecho de
que las dos partes principales comienzan con el nombre de YHWH en
segunda posición, y contienen la palabra ????? naphshenu,
nuestra alma, en el segundo hemistiquio.
La repetición de la oración condicional,
con el yusivo "Que lo diga Israel" intercalado, puede sugerir que
el salmo se recitaba de un modo antifonal, y había un
recitado a dos coros entre lector y comunidad.
La estructura del salmo depende toda ella de esa
oración condicional irreal repetida dos veces al
principio: "Si el Señor no hubiera estado de nuestra
parte". Se menciona al Señor no como protagonista de una
acción salvífica concreta, sino de una presencia.
Según Schökel esta es una fórmula
clásica de los oráculos de salvación que se
condensa en el nombre de Emmanuel, el Dios presente, el Dios con
nosotros (Is 43,2).
A) Lo que hubiera podido suceder se enuncia en
dos imágenes: a) "Nos habría devorado vivos el
incendio de su ira", b) "Nos habrían arrollado las aguas
(imagen repetida dos veces). El fuego y el agua son los agentes
de destrucción. Podemos recordar como ambos agentes
aparecen en Is 43,2: "Si pasas por las aguas, yo estoy contigo,
si por los ríos, no te anegarán; si andas por el
fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará".
(Cfr. también Si 51,3-5). En Mt 17,15, cuando el padre
describe la penosa situación del muchacho endemoniado,
dice: "Muchas veces se cae en el fuego y muchas en el agua".
Fuego y agua se han convertido en una bina clásica para
expresar las situaciones de peligro. Junto con esta bina
explícita, tenemos la presencia de otra imagen de peligro:
el Hades que traga vivos, el abismo en el que podemos hundirnos.
Este abismo puede reflejarse con las dos imágenes
clásicas del mar que traga, y de la fiera que
traga.
B) En la descripción hay dos
imágenes opuestas o correlativas: el cazador que caza y la
fiera que traga. El conjunto de imágenes amenazantes es
resumido así por Schökel: "el enemigo es fuego, es
agua que arrolla, devora como la tierra, es fiera que descuartiza
y es cazador que caza en la trampa". Dada la brevedad y la
rapidez del poema, esta concentración de imágenes,
condensa una gran energía e intensidad
emocional
Delitzsch señala que dada la naturaleza
tardía de este salmo, está todo él cuajado
de reminiscencias de otros salmos anteriores, citados
implícitamente. Comenta Schökel; "El estilo de
reminiscencias produce el efecto de sentirse uno en casa, lo
contrario de la sorpresa".
-aguas amenazadoras 18,5.7; 69,2-3
-tragar vivos 55,16; Pr 1,12
-bendito el Señor 28,6; 31,22
-la trampa del cazador 91,3
-insolencia ??????? 86,14; 119,51.78
-invocar el nombre de Dios 20,8
2. Cantos de Victoria
Otro tipo de salmo comunitario de alabanza narrativa es
el canto de victoria. Parece ser que existía una
colección separada de cánticos en el libro llamado
"Libro de las Guerras del Señor" (Nm 21,14). La mayor
parte de estas canciones no fue recogida en el salterio, porque
en la época postexílica Israel no
experimentó victorias militares, hasta el tiempo de los
Macabeos.
No tenemos ningún ejemplo completo de estos
cantos de victoria. Sólo existen algunos fragmentos que,
al parecer de Gunkel, son bastante tardíos (Sal 46,9-10;
48,13-14; 76,4-7; 118,15; Jdt 16,4-6).
Normalmente este canto era interpretado en el mismo
campo de batalla o en la tienda del rey victorioso, aunque
también podía repetirse cuando el ejército
regresaba a la ciudad en triunfo, y entonces todo el pueblo
participaba también en el canto. Los textos no relacionan
estos cantos con el templo ni con ningún contexto
cúltico.
En el desarrollo del canto, la victoria es siempre
atribuida a Dios, que ha participado personalmente en la batalla,
aun sirviéndose de hombres débiles. En el canto se
describe el resultado de la batalla, mostrando las armas enemigas
desparramadas por el campo, los cadáveres, el
botín…
El género es narrativo. YHWH aparece en 3
persona. A menudo hay un invitatorio en el que se invita al
pueblo a acudir al campo de batalla para ver el resultado de la
victoria (46,9; 66,5), o a contemplar desde fuera la altura de
los baluartes que han impedido la conquista enemiga
(48,13-14a).
La canción de victoria en su estadio más
primitivo la encontramos en la canción de Miriam de Ex
15,21, o la canción de los filisteos tras la victoria
sobre Sansón en Jc. 16,24. Podemos compararla con otros
cantos plenamente desarrollados como el canto de Débora en
Jc 5.
Los cantos de victoria son cantos litúrgicos, que
tienen un puesto en el desarrollo de la guerra santa, que
comienza con un oráculo, consultando a YHWH, y termina con
un canto de victoria al final de la guerra. Además del
canto de Débora tenemos otros fragmentos de cantos de
victoria en textos bíblicos tales como Jos 10,12-13; Sal
126,3; 118,15-16. Judit 16 es una imitación
tardía.
La parte principal del canto de victoria es la
descripción de la epifanía divina (Jc 5,4-5; Sal
18,7-15; 68,7-8; Jdt 16,15) La descripción de Dios que
sacude cielo y tierra cuando llega a salvar a su pueblo. Esta
teofanía también está descrita fuera de los
cantos de victoria (Hb 3,3-15; Dt 33; Is 30,27-33), y muy a
menudo se inspira en el acontecimiento del Mar Rojo.
Veamos el esquema de la canción de Débora
como paradigma de los cantos de victoria. Podemos estructurar el
salmo de la siguiente manera
Jc 5, 2-3: Invitatorio a bendecir y a
escuchar
4-5: Descripción de la epifanía
divina
6-8: Retrospectiva de la situación de
peligro
9-11: Invitación renovada a la
alabanza
12-30: Relato de la victoria
31 Conclusión y súplica
C. LA ALABANZA DEL INDIVIDUO
El salmo de acción de gracias individual hay que
estudiarlo en relación con la lamentación del
individuo. Ambos se articulan como los dos actos de un mismo
drama. Al final de la lamentación se escucha un voto o
promesa de alabar a Dios: "Cantaré al Señor que ha
hecho maravillas conmigo" (Sal 13,6). Este voto se cumple ahora
en el salmo de acción de gracias. La conclusión de
muchos lamentaciones individuales es la misma que el principio de
los salmos de alabanza individual. El voto de alabar a Dios con
el que terminaba la lamentación se ve cumplido en el
anuncio con el que se abre el salmos de alabanza.
Podemos comparar el final del salmo 13: "A YHWH
cantaré por el bien que me ha hecho; salmodiaré al
nombre de YHWH, el Altísimo", con el comienzo del salmo
30,1: "Yo te ensalzo, YHWH, porque me has levantado, y no dejaste
reírse de mí a mis enemigos".
Algunos de los salmos de alabanza narrativa por parte
del individuo los tenemos en 9; 18; 30; 31,7-8. 19-24; 40,1-12;
66,13-20; 92; 116; 138; Jonás 2; Lm 3;25-58; Job 33:26-28;
Sir 51 o también en las conclusiones de alabanza de
algunas lamentaciones (7,18; 56,13; 57,9-12; 63,4-6). En los
Hodayot de Qumrán encontramos otros textos
paralelos.
1. La acción litúrgica
En el interior del salmo es posible descubrir algunos
rasgos del tipo de acción litúrgica en la que se
recitaban estos salmos. La palabra hebrea que designa esta
alabanza es todah, ????, palabra que designa tanto la alabanza en
general como el "sacrificio de alabanza" (Sal 116,17). De
ahí podemos concluir que esos salmos se recitaban mientras
tenía lugar el sacrificio de alabanza, que era uno de los
géneros del sacrificio de comunión (Lv 3,1-17;
22,29-30).
Por ejemplo el salmo 66,13-14 expresa esta
conexión: "Con holocaustos entraré en tu Casa, te
cumpliré mis votos, los que abrieron mis labios, los que
en la angustia pronunció mi boca". Te ofreceré
pingües holocaustos, con el sahumerio de carneros,
sacrificaré bueyes y cabritos". Y a partir de ahí
sigue un texto de alabanza narrativa, en la que se narra la
liberación experimentada. El salmo 22,26-27 se refiere a
una comida ritual que se tenía en dicha ocasión o a
danzas en corro (cfr. 30,12). Según el salmo 116,19 estas
celebraciones litúrgicas tenían lugar en el patio
del templo (cfr. 27,6; 56,13; Jon 2,10).
Pero poco a poco se fue debilitando la conexión
de este tipo de salmos con el sacrificio de alabanza, como puede
verse en los salmos 34 y 92 que combinan temas sapienciales y que
por tanto difícilmente pueden asociarse con una
acción cúltica.
2. Estructura de la alabanza
individual
A. Proclamación de intenciones. El orante
manifiesta su voluntad de alabar a Dios mediante el modo
voluntativo en primera persona. "Quiero alabarte…", "Quiero
ensalzarte", "Bendeciré al Señor en todo tiempo…"
El nombre de YHWH debe ser mencionado expresamente, porque hay
que explicitar en todas las religiones cananeas a qué dios
va dirigido el canto.
Aquí vemos la diferencia con el himno, que
empezaba con un invitatorio en imperativo. La alabanza del
individuo comienza con la declaración de la
decisión de alabar a Dios, que es expresada mediante el
voluntativo del verbo.
B. Breve resumen de la acción divina que
motiva la alabanza.
A continuación de esta declaración de
intenciones, se explicitan los motivos que han llevado a este
deseo de alabar a Dios "Porque ha oído la voz de mi
súplica" (116,1), "En el día en que te
invoqué me escuchaste" (Sal 138,3). Sigue un breve resumen
de la acción divina que será narrada en detalle
más adelante en la parte E.
C. Invitación a la alabanza.
Este resumen lleva a una invitación a los
circunstantes, exhortándoles a escuchar y a compartir la
alabanza. "Os contaré lo que el Señor ha hecho
conmigo" (Sal 66,16; 30,56; 34,6). En este momento se habla de
Dios en 3ª. persona.
D. Descripción de la crisis, y de la
súplica que se elevó a Dios en ese
momento.
E. Narración del rescate. Por ejemplo en
el salmo 40: "Me sacó de la fosa fatal, del charco
cenagoso. Puso en mi boca un cántico nuevo, un himno a
nuestro Dios". Se narra el profundo cambio que ha tenido lugar.
La alabanza no es algo que tiene lugar después del
rescate, sino que el rescate consiste precisamente en haber
pasado desde el abatimiento a la alabanza (cf. Is
61,3).
Por eso este tipo de salmos nunca termina con la
narración del rescate, sino con la alabanza que su
consumación más lograda. La vida del que ha sido
rescatado del she"ol es precisamente la alabanza. Sólo los
vivos alaban a Dios (Is 38,18).
Pero en este momento la alabanza narrativa da paso a la
alabanza descriptiva, que ya no se fija en un beneficio concreto,
sino que se convierte en un modo de vida. Una vez que nuestros
ojos y nuestra boca se han abierto, uno es capaz de instalarse en
la alabanza permanente a Dios, por ser él quien es, y por
el modo habitual que tiene de comportarse.
Una última nota de estos salmos es que la
alabanza es expresada siempre con alegría. No se trata
simplemente de una "alegría cúltica", sino de la
alegría de la salvación (92,5; 107,30; 66,20;
30,12).
3. Un ejemplo: Salmo 30
A. Declaración de intenciones: verso
2a
"Yo te ensalzo, YHWH, porque me has levantado". Dios es
ensalzado cuando los hombres confiesan públicamente las
grandes acciones que realizó en su favor.
B. Breve resumen de la acción divina:
versos 2b – 4
"YHWH, Dios mío, clamé a ti y tú me
sanaste. Tú has sacado YHWH mi alma del she"ol, me has
recobrado de entre los que bajan a la fosa".
En este salmo el breve resumen de la acción
divina es más largo que lo habitual. No consiste en una
única frase. El orante se ve impulsado a contar todo lo
que pasó. Hubiera bastado la primera frase: "Porque no
dejaste que mis enemigos se rieran de mí", pero el autor
quiere dar más detalles: a) todo sucedió en
presencia de los mismos enemigos b) y sucedió como
respuesta al grito de petición de ayuda c) la
liberación fue nada menos que un rescate de la muerte,
porque en realidad una vida miserable no puede ser llamada
verdadera vida. En el sufrimiento y angustia operan las fuerzas
de la muerte, y es de la muerte de lo que Dios nos
libera.
C. Invitación a la alabanza: versos
5-6
"Salmodiad a YHWH los que le amáis, alabad su
memoria sagrada".
En este momento el relato se interrumpe para invitar a
todos los circunstantes a unirse a la alabanza, teniendo en
cuenta que la liberación del orante es sólo un caso
más de algo que tiene una significación universal.
Su pequeña anécdota se convierte en testimonio de
un poder de vida que puede extenderse a todos cuantos se
encuentran en las garras de la muerte.
Cuando hizo el voto de alabar a Dios, el salmista estaba
solo en su angustia. Pero ahora cuando viene al templo a cumplir
su voto, está rodeado de sus amigos que le
acompañan, y que festejan con él su
liberación. Antes, desde su soledad prometía alabar
a Dios en medio de la asamblea. Ahora ya se encuentra en medio de
esa asamblea (cf. 34,3). El salmo era recitado por un solista
acompañado de una comunidad cúltica, los piadosos,
justos, santos, humildes… (22,24; 30,5; 32,11; 34,10; 66,16), o
incluso de una gran asamblea (40,10). El arpa y la cítara
eran empleadas para acompañar el canto (Sal 34,4; 71,22).
La presencia de estos invitados a los sacrificios votivos
está atestiguada en la Escritura (1 S 9,13.22.24; 2 S
15,11; So 1,7).
La experiencia de liberación le autoriza al
orante para dirigirse a los demás y arrastrarles a la
alabanza. El salmista sabe que la liberación es posible, y
puede probarlo. Su caso no es sino un una instancia más de
una regla general que puede ser perfectamente enunciada y tiene
validez universal "De un instante es su cólera, de toda
una vida su favor; por la tarde visita de lágrimas, por la
mañana, gritos de alborozo".
D. Exposición de la crisis: versos
7-11
Es la parte más detallada. El salmista comienza
narrando la situación que condujo al momento
crítico. Se volvió demasiado seguro de sí
mismo y no comprendió que su prosperidad dependía
sola y exclusivamente de Dios. Y pasó lo que tenía
que pasar. Vino la catástrofe.
Pero esta fue la oportunidad para conocer mejor
quién era Dios verdaderamente. El orante se volvió
hacia él desde su profunda turbación, y le
pidió que le salvase. La oración es reproducida en
detalle; se aducen los motivos ("¿Qué
ganancia…?"), y se transcribe la petición misma que se
hizo en aquel momento: ("¡Escucha, YHWH, y ten piedad de
mí! ¡Sé tú, YHWH, mi
auxilio!").
E. Realidad de la liberación: versos 12
-13.
La narración es muy breve y reviste una forma
poética: "Has trocado mi lamento en una danza, me has
quitado el sayal y me has ceñido de
alegría".
Concluye el salmo con una intención renovada de
seguir alabando a Dios. El salmista no se limita a decir gracias
una vez, y ahí queda todo. Muestra su voluntad de que la
alabanza a Dios siga retiñendo hasta la eternidad. Quiere
que su alabanza siga siempre viva en su
corazón,
De este modo, desde la alabanza narrativa, ligada a un
incidente concreto, llegamos a la alabanza descriptiva que no
necesita ocasiones especiales, porque Dios es siempre grande,
siempre digno de alabanza. A través del reconocimiento de
una acción concreta, el creyente es llevado a instalarse
permanentemente en la alabanza como modo de vida.
Es curioso notar que en la alabanza narrativa no se nos
dice nada nunca de lo que les pasó a los enemigos, ni si
fueron castigados o no. Aquí el autor se limita a
mencionarlos cuando describe la crisis. Pero con el gozo de su
salvación no se recrea en la desgracia de sus enemigos. Lo
importante es la liberación personal, no la venganza. La
acción divina va mucho más allá de una
simple retribución.
Las Polaridades en el Salmo
Schökel ha hecho notar cómo las
antítesis se multiplican en este salmo. Estas son algunas
de las palabras enfrentadas en cada polaridad:
Es un número enorme para un salmo tan breve. En
todos los ejemplos hay una bina generatriz, se trata de la
polaridad vida/muerte. Esa es la contraposición radical.
El salmista había tocado las fronteras de la muerte, y
ahora se encuentra instalado en el país de la vida. Dos
ejes del poema son bajada/subida y silencio/canto. La muerte
está abajo, y la vida arriba. La muerte es silencio, y la
vida es canto (Sir 17,27).
D. LA LAMENTACIÓN
INDIVIDUAL
1. Medio de vida de la lamentación
individual
El salmo individual de lamento es una oración
para ser utilizada en el culto. La historia de la madre de Samuel
nos muestra el lugar que ocupaba este tipo de salmo en el culto
del antiguo Israel. Una persona profundamente acongojada viene al
santuario para descargar allí toda la amargura de su
corazón. Ana oró "con su alma llena de amargura",
"con lágrimas abundantes", "muy afligida", "desde lo
profundo de su pena y su despecho". Pero en el templo, por la
mediación del sacerdote, Ana va a recibir una nueva
seguridad que produce en ella un cambio total: "Se marchó,
comió y se le cambió el rostro" (1 Sm
1,10).
Podemos encontrar un caso semejante en Isaías 38.
El rey Ezequías estaba gravemente enfermo. Desde su lecho
pidió a Dios que lo curase. El profeta Isaías fue
enviado por Dios para decirle que había escuchado su
oración y que no moriría. Se nos incluye un texto
muy breve con la oración que Ezequías
dirigió a Dios durante la enfermedad (LI: Is 38,3) y un
largo cántico de acción de gracias después
de haber recobrado la salud (AI: Is 38, 9-20).
Habitualmente los salmos de lamentación
reproducen sólo la oración de la persona afligida y
no su acción de gracias posterior. La respuesta que Dios
da no se consigna dentro del salmo mismo; sin embargo en la mayor
parte de estos salmos hay una inflexión en la queja. En un
momento dado parece como si la persona recibiera una palabra de
ánimo que viene de fuera de sí misma, ese
ánimo que la oración siempre da a todos los que
derraman su corazón en la presencia de Dios. Este consuelo
recibido es señal de que la oración ha sido
escuchada.
Los salmos individuales de lamento son con mucho la
oración más frecuente en el Salterio. Hay unos 50
(un tercio) que pertenecen a este género
Salmos: 3-17 (excepto 8, 9, 15); 22-28 (excepto 24); 31;
35-43 (excepto 37); 51-64 (excepto 60); 69, 71, 73, 86, 88, 102,
109, 130.
Fuera del libro de los Salmos encontramos bonitos
ejemplos de lamentos personales en Jr 11; 15; 17-18; 20. Este
género aparece continuamente en el libro de Job. En cuanto
a los tipos de lamentos individuales, en muy pocos casos llega
uno a enterarse cuál era el problema que afligía al
salmista. Se nos da una descripción muy genérica de
los motivos de su sufrimiento. Por eso no podemos agrupar los
salmos según la naturaleza de los problemas concretos que
afligen a sus distintos autores. Muchos salmos (22, 38, 39, 41,
71, 88, 102) hablan mucho de enfermedad, pero raramente la
enfermedad es la única causa del lamento.
Otro conjunto de salmos puede ser considerado la
oración de una persona injustamente acusada (3, 4, 7, 11,
17, 26, 27, 35, 69). pero incluso aquí encontramos la
injusticia unida a un sufrimiento de otro tipo. Por eso todas las
tentativas de atribuir los salmos a situaciones individuales han
fracasado.
2. Estructura del salmo individual de
lamento
En su conjunto la LI se adapta al modelo de los salmos
de la LC. Ambos consisten en quejas y súplicas para salir
de la prueba, dirigidas a Dios. Esto explica por qué este
género posee muchos de los mismos componentes del salmo de
lamentación comunitaria (LC)
1. Apelación: a menudo con un vocativo
introductorio en 2ª persona
2. Queja:
dirigida contra Dios: Queja en 2ª
persona
a propósito de la acción del enemigo:
queja en 3ª persona
descripción del sufrimiento personal: Queja en
1ª persona
3. Súplica: para ser liberado de la
miseria profunda.
Sin embargo hay algunas diferencias entre el salmo
individual y el comunitario. La liberación que se pide en
la LI se describe de una forma más clara y presente que en
la LC. El tiempo de un individuo es más corto que el
tiempo de una comunidad, y por eso la liberación tiene que
aparecer en un horizonte más inmediato.
El recuerdo de las ayudas de Dios en el pasado es un
rasgo típico de la LC (Sal 77,12-21; 80,9-12), mientras
que sólo se produce raramente en los salmos LI (22,10-11;
143,5). Todo el énfasis en la lamentación
individual está en la profesión de confianza, con
la adición de palabras para expresar la certeza de haber
sido escuchado. En sus conclusiones numerosos salmos LI se
transforman en palabras de alabanza a Dios (13; 22; 35; 37), cosa
que se produce raramente en los salmos LC. Examinemos ahora cada
uno de los componentes de esta forma literaria.
1. Apelación
La oración se dirige a Dios por su nombre: YHWH.
En esta interpelación se establece el primer contacto que
nos permite hablar con Dios. La mayor parte de las veces se le
llama a Dios por su nombre, sin añadir ninguno de sus
atributos. Esta manera de acercarse a Dios contrasta con la
abundancia de atributos doxológicos típicos de los
salterios babilonios y egipcios.
Cuando nos dirigimos a una persona llamándole por
su título oficial, presuponemos una cierta distancia con
relación a ella. Es un tratamiento protocolario, formal.
En cambio cuando nos dirigimos a una persona llamándole
por su nombre, se da una relación más
íntima.
A menudo a continuación de esta apelación
encontramos una breve petición introductoria, anterior a
la lamentación, petición que se repetirá
más extensamente después de la lamentación.
En este caso vemos que la súplica ocupa dos lugares
diversos dentro del mismo salmo
2. Queja
Como ya hemos dicho, la queja se expresa en las tres
relaciones que constituyen a una persona: la existencia en
sí misma, la existencia en común con otros, y la
existencia frente a Dios. No hace falta que estas tres
dimensiones aparezcan siempre en el mismo salmo. La posibilidad
de poner el énfasis en una u otra permite una gran
variedad de matices.
La queja contra Dios (Queja en 2ª persona) puede
tomar la forma de un "¿por qué? o de un
"¿hasta cuándo?". En el "por qué" expresamos
nuestra falta de comprensión de esta situación
terrible. En el "¿hasta cuándo?" decimos que ya no
podemos aguantar más, que hemos llegado al límite
de nuestras fuerzas. Estas quejas muestran que quienes las
formulan se toman a Dios en serio, y son capaces de interpelarle
seriamente.
La queja a propósito de mi sufrimiento (queja en
1ª persona) manifiesta a la vez mi sufrimiento y la
vergüenza que este sufrimiento me causa. Aun la
lamentación más individual siempre tiene lugar en
el contexto de una comunidad. Normalmente esta queja se expresa
de manera viva y dramática y puede ocupar muchos
versículos en el salmo.
La queja contra mis enemigos (queja en 3ª persona)
está casi siempre presente, aun en el caso de un
sufrimiento personal causado por una enfermedad o por otra causa
natural. La reacción hostil y el ostracismo de los
demás hacen el sufrimiento de nuestra enfermedad
más intolerable a nuestros propios ojos.
3. Petición
Se trata de una súplica nacida de una profunda
angustia. No encontramos nunca en los salmos ese tipo de
oración de los fieles, o de oración
litánica, en la que se expresa una larga lista de
problemas o necesidades humanas. La petición en los salmos
es siempre monocorde: ser liberado de la profunda
angustia.
La petición tiene dos partes: una llamada a Dios
para que nos oiga, para que nos preste atención
(¡Ven!, ¡Escucha!, ¡Inclínate hacia
mí!). Y otra llamada en la que se le pide a Dios que
intervenga. Ninguna oración será escuchada a menos
que en ella se haya producido un encuentro con el Dios vivo.
Previamente a la solución de nuestros problemas,
establecemos un contacto con él.
Como ya hemos mencionado, solemos encontrar al final de
la LI una alabanza a Dios, como si la liberación demandada
ya hubiera tenido lugar. Nos recuerda el consejo
evangélico: "Todo lo que pidáis en la
oración, creed que ya os ha sido concedido, y lo
obtendréis" (Mc 11,24). La queja original se transforma en
alabanza y éste es ya el primer fruto de la
oración.
3. Un ejemplo: El Salmo 13
En su brevedad y su simplicidad, este salmo ejemplifica
muy bien la estructura básica de la forma literaria en la
LI.
1. Apelación.
Encontramos en ella el nombre de YHWH, tal como nos lo
podíamos esperar en un salmo que pertenece al salterio
Yavista (3-41). Es de notar la ausencia de atributos
doxológicos o de títulos oficiales. Aparece
sólo el nombre de YHWH.
2. Queja
Se expresa a través de unas frases interrogativas
paralelas que comienzan con "¿Hasta
cuándo?".
Los dos primeros "¿Hasta cuándo?" expresan
una queja en 2ª persona, dirigida a Dios. Van juntas como
parte de un mismo verso. La idea de abandono está
expresada por dos verbos paralelos: ??? = olvidar y
??????????????? = ocultar el rostro. La vida humana depende hasta
tal punto de la participación divina que cuando nos falta
la alegría, la libertad o la salud es como si Dios mismo
estuviese ausente de nuestra vida.
El tercer "¿Hasta cuándo?" se refiere a la
queja en 1ª persona. También aquí encontramos
dos enunciados paralelos sobre todo lo que el poeta tiene que
sufrir y la dimensión en la que sufre:?????? ????? = pena
en mi alma; ????????????= dolor en mi corazón.
El cuarto "¿Hasta cuándo?" es la queja en
3ª persona. Se trata de un enunciado simple, sin estructura
paralela. El triunfo del enemigo refuerza la impresión de
que Dios está ausente. Con el refuerzo de esta
¿"Hasta cuándo?" el orante muestra que ya no puede
sufrir más con este dolor continuo, sin falta de
perspectivas de una mejoría. Sin embargo nunca llegamos a
saber qué es lo que le aflige. La triple queja no nos da
ningún indicio. Sólo se mencionan los
síntomas, pero no las causas. Lo que cuenta sobre todo es
el malestar en sí mismo, en tanto en cuanto afecta la
triple relación que caracteriza la vida del hombre: Dios,
los demás y él mismo.
3. Petición
También encontramos las fórmulas
típicas de la petición. Primeramente el orante se
vuelve a Dios pidiéndole que le ayude. Se siente cortado
de Dios, de un Dios que se percibe lejano. Por encima de todo
está el deseo de acercarse a él de nuevo y
restablecer la relación con él: "Mira y
responde".
Podemos también ver cómo la muerte se
menciona en un esfuerzo por exorcizar su amenaza inminente. La
muerte no se ve sólo como el final de la vida
física del hombre, sino como una fuerza que se proyecta ya
ahora en nuestro presente. Se anuncia, se anticipa en cada uno de
los sufrimientos por los que tenemos que pasar.
Pero al final del salmo vemos cómo el afligido
avanza sobre su queja inicial, en la línea de una
intensificada confianza en Dios. Penetra en el dominio donde la
queja puede ser silenciada: "cuento con tu fidelidad".
La primera frase se presenta como un deseo, pero es algo
más que wishful thinking. En su confianza renovada, el
orante da un paso en su proceso de liberación y puede
alegrarse en el Señor y comenzar a cantar.
Se ha dado un giro radical respecto al momento en que se
inició la queja. En un breve tiempo de oración el
orante ha pasado del lamento a la confianza, a la certeza de que
su oración ha sido escuchada, a una jubilación
anticipada que sienten todos aquellos que confían en que
la liberación ya está en marcha.
E. LA LAMENTACIÓN
COMUNITARIA
1. Medio de vida de la lamentación
comunitaria
A través del AT se alude a menudo a situaciones
que dan lugar a una lamentación colectiva. Algunas veces
como en Jl 1-2 el ritual se describe lentamente, pero más
a menudo se expresa con una sola frase : "Entonces los hijos de
Israel clamaron a Dios" (Jc 20, 23-26; 1 Re 8, 33ss; Jr 36,
6-9).
Por los ejemplos mencionados y por otros textos podemos
saber exactamente cómo era el proceso de una
lamentación. De hecho lo que mejor conocemos de toda la
tradición de Israel es esa institución que se
denomina "ayuno". Los días de ayuno y lamento no
venían de forma previsible según el calendario. Se
observaban espontáneamente en tiempo de crisis tales como
las langostas o la sequía, el ataque de un enemigo o una
derrota catastrófica, o la destrucción de una
ciudad o de un santuario.
Sin embargo durante el exilio había
conmemoraciones especiales de la destrucción del Templo y
cuatro días de ayuno fijos. No estamos seguros de si esas
conmemoraciones continuaron durante el segundo Templo, pero los
salmos que hacen referencia a esta destrucción nos lo
hacen suponer. Fuera de este caso, o de la lamentación de
Joel a propósito de las langostas, es casi imposible
determinar con exactitud las circunstancias históricas a
las que alude un salmo, porque nos faltan muchos detalles
concretos.
Hay que distinguir claramente las lamentaciones
comunitarias de los cantos fúnebres. Estos últimos
no están situados en un contexto religioso, ni guardan
ningún lazo espiritual con YHWH; son por eso cantos
profanos. Ver el canto de David por Saúl y Jonatán
(2 Sm 1, 19-27), o el de la muerte de Abner (2 Sm 3,
34).
Dado que el día de ayuno estaba motivado por una
crisis y no pertenecía a un ciclo del calendario,
había que proclamarlo para que la gente se preparase.
Había que convocar a la comunidad entera, incluidas
mujeres y niños. Podemos ver una convocatoria en Joel
2,14; Jon 3,5; Ez 21,12.
La purificación y el el uso de vestidos de luto
por parte de los fieles, formaban parte de la observancia del
ayuno (Jl 1,14). El vestirse de saco (Is 22,12; Jr 4,8), el
esparcirse ceniza en el pelo (Jos 7,6; Ne 9,1), y los gestos de
humillación y de súplica delante del Señor
(Jc 20,23-26; Jr 14,12) formaban parte de estas prácticas.
Los salmos de lamentación eran utilizados durante la
liturgia del Templo.
El carácter democrático original de las
tribus de Israel se preserva en la lamentación
comunitaria. Efectivamente vemos que incluso en el culto oficial
del Templo, el pueblo mismo sigue siendo el sujeto de la
lamentación, mientras que en Babilonia era el rey el
protagonista, el orante en nombre del pueblo en primera persona
del singular. En Israel el rey no era el orante, sino todo lo
más el objeto de intercesión del pueblo (Sal
84,10;21)
No se nos han preservado muchos salmos de LC en el
Salterio: 44, 60, 74 (77). 79, 80, 83, 89. Fuera del libro de los
salmos encontramos varias plegarias de este género en los
libros proféticos. A veces capítulos (Jr 14, Ha 1,
Lm 5), o también a veces sólo
fragmentos.
Algunas veces encontramos fragmentos de lamentaciones en
mitad de un salmo de alabanza. Esto se debe a que con frecuencia
en los salmos de acción de gracias se describe la
aflicción de la que el fiel se ha visto librado. Esta
descripción de la angustia pasada puede ser reemplazada
por una cita de la lamentación que se hizo en mitad de la
tribulación, para mostrar así la grandeza de la
salvación del Dios que escuchó aquel
lamento.
2. Estructura de la lamentación
comunitaria
Ya hemos explicado la naturaleza y las estructura de las
lamentaciones al hablar de la súplica individual.
Apelación, queja y demanda. Podemos
observar que en el lamento comunitario hay además otros
elementos, como el recuerdo de las acciones pasadas de
Dios en contraste con la realidad actual decepcionante. Vemos
también como elemento nuevo la presencia de un
oráculo divino, transmitido por los profetas o los
levitas del templo. Daremos una breve explicación de cada
parte.
a.- Invocación
El recurso a Dios establece un contacto que hace posible
hablar con él. Es como si se abriera una puerta. Es un
contacto que pone en comunicación al que invoca y al que
es invocado. Casi siempre se invoca a Dios sin ningún
calificativo (Sal 44,1; 74,1; 79,1; 83,1; Lm 5,1). Ya hemos
explicado el sentido de esta invocación breve y
sobria.
A veces hay una petición preliminar en demanda de
auxilio, aunque en realidad la petición detenida
vendrá al final del salmo. Pero desde el principio el fiel
desea encontrar a Dios. Este encuentro es más importante
que la solución del problema que le aflige.
Durante toda oración hay una teofanía. La
lamentación se desgrana ante un rostro. El hecho de que
Dios contemple, de que haga brillar su rostro, es la evidencia
que es misericordioso y escucha nuestras oraciones.
"Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame
por tu amor" (Sal 31, 17). "Haz brillar sobre nosotros la luz de
tu rostro" (Sal 4,7). "Haznos volver, haz brillar tu rostro y
seremos salvos" (Sal 80,4). Buscar el rostro del Señor es
la obsesión del salmista, que pide ante todo que Dios no
vuelva su rostro, y no lo oculte. "De ti dice mi corazón:
"Busca su rostro". Tu rostro busco, no me escondas tu rostro"
(Sal 27, 8-9).
Contemplar el rostro de Dios es también el
objetivo final de los que peregrinan al templo. El salmista desea
vivir en la presencia de Dios todos los días "Los
corazones rectos contemplarán su rostro" (Sal 11,7). "Yo
en mi justicia contemplaré tu rostro y al despertarme me
saciaré de tu semblante (Sal 17,15).
"¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?"
(Sal 42,3). "Tú salvas mi alma de la muerte para que
camine delante de tu rostro en la tierra de los vivos" (Sal
56,14; 116,9). "Delante de tu rostro, plenitud de gozo" (Sal
16,11).
Como ya hemos mencionado al hablar de la
lamentación individual, primero se le pide a Dios que
preste atención. El uso del imperativo es muy eficaz. He
aquí la lista de los imperativo más
comunes:
Muéstrate: : 94,1
?????
Álzate: ?????????: 3,7; 7,7; 9,20; 10,12;
35,2; 74,22; 82,8; 94,2.
Despierta: 7,7; 44,24; Levántate, ven
junto a mí y mira (59,5).
Vuélvete a mí: 69,17; 86,16;
119,132.
Vuelve: ?????????: 6,5; 80,15; 90,13.
Algunos de los imperativos tienen que ver con los
sentidos corporales de vista y oído:
Escucha: 17,1; 55,2; 80,2; 84,9;
86,6; 140,7; 141,1; 143,1.
Escucha a mi grito de auxilio; que mis palabras lleguen
a tus oídos; ten en cuenta mis suspiros. No me seas sordo
(28,1).
Inclina tu oído; ???????? ??? : 17,6;
31,3; 71,2; 86,1; 88,3; 102,3
Respóndeme: ????: 4,2; 13,4; 27,7; 55,3;
69,14.17-18; 86,1; 102,3; 119,145; 143,1.7.
Mira: ?????: 13,4; 80,15; 142,5.
Date prisa: ???? : 22,20; 38,23; 40,14; 70, 2.6;
143,7.
El orante le pide a Dios que se incline hacia él.
"Inclina hacia mí tu oído" (102,3). "Inclina tus
cielos y desciende" (144,5). "Observa desde el cielo y mira"
(80,15). Y quiere que todo sea "deprisa" ???: 31,3; 69,18;
102,3.
b.- Queja
La queja contra Dios toma la forma de una pregunta:
"¿por qué?, ¿cuánto tiempo?", o bien
la forma de una frase descriptiva como "Has destruido sus
muros".
La queja en 1ª persona tiene dos partes: el
sufrimiento y la vergüenza que este sufrimiento causa. La
queja en 3ª persona explica la crueldad que han mostrado los
enemigos en todas sus acciones. Esta es la parte más
desarrollada y contiene descripciones literarias
dramáticas de las pruebas por las que el pueblo ha tenido
que pasar. Veamos algunos ejemplos.
?: DESCRIPCIÓN DE LAS
TRIBULACIONES
-Matanzas: "Han derramado la sangre como agua
alrededor de Jerusalén y no hay sepultureros" (Sal 79,3).
"Los cadáveres humean como estercolero en pleno campo,
como las hierbas detrás del segador y nadie las ata" (Jr
9,21). "Los cadáveres son entregados en pasto a las aves
del cielo, y la carne de los tuyos a las bestias del campo" (Sal
79,2).
-Destrucción de ciudades: Has hecho
brecha en sus murallas (Sal 80,13). Jerusalén está
reducida a un montón de escombros, y la puerta está
rota en pedazos " (Is 24,2). "La montaña de Sión
está desolada y los chacales merodean " (Lm
5,18).
-Silencio: "El gozo y la alegría han
desaparecido de los campos. En las viñas no hay regocijo
ni gritos de gozo, ni vino que pisar en el lagar. El bullicio ha
cesado" (Is 16,10). "Los jóvenes han abandonado su
música " (Lm 5,14). "La guirnalda ha caído de
nuestras cabezas" (Lm 5,16). "Los pastos del páramo han
sido incendiados; nadie pasa ya por allí, ni se escucha el
sonido de los rebaños " (Jr 9,9).
-Sufrimiento del inocente: "Han violado a las
mujeres en Sión, y a las vírgenes en las ciudades
de Judá. El rostro de los ancianos no ha sido respetado.
Los adolescentes tenían que hacer girar la piedra del
molino y jovencitos se han desplomado bajo el peso de la carga
(Lm 5,11-13).
-Derrota "Ya no sales con nuestros
ejércitos. Nos haces retroceder frente al adversario,
nuestros enemigos nos han saqueado victoriosos" (Sal 44,
10-11).
-Hambre: "Dan sus joyas a cambio de alimento
para encontrar la vida" (Lm 1,11). "Niños y lactantes
desfallecen en las plaza de la ciudad (Lm 2,12).
¿Dónde hay pan? (Lm 4,4). "¿Tenían
las mujeres que comer a sus frutos, a sus niños de pecho?"
(Lm 2,20; Jr 19,8). "Con sus propias manos, mujeres de tierno
corazón cocieron a sus hijos. Triste alimento fueron para
ellas en la ruina de la hija de mi pueblo" (Lm 4,10).
-Profanación de cosas sagradas: "Todo en
el santuario lo ha devastado el enemigo. En el lugar de las
asambleas sagradas rugían los adversarios; pusieron sus
enseñas, enseñas que no se conocían, en el
frontón de la entrada. Machetes en bosque espeso, a una
cercenaban sus jambas, y con hacha y martillo desgajaban.
Prendieron fuego a tu santuario, por tierra profanaron la
mansión de tu nombre." (Sal 74,4-7). "El Señor ha
rechazado su altar, su santuario ha desdeñado, ha dejado a
merced del enemigo los muros de los palacios. Por los gritos que
se daban en la casa de YHWH se hubiera dicho que era un
día de fiesta" (Lm 2,7)
-Sufrimiento que no remite: "Esperábamos
la paz, y no viene nada bueno; el tiempo de la cura, y viene la
turbación" (Jr 14,19).
-Vulnerabilidad: "¿Por qué has
destrozado sus defensas y todos los que pasan por el camino la
vendimian, y el jabalí del monte la saquea y la bestia del
campo la devora? (Sal 80,13-14). "Esclavos dominan sobre nosotros
y nadie nos libra de su mano" (Lm 5,8).
Ausencia de Dios: "El Señor ha sido como
un enemigo. Ha destruido a Israel" (Lm 2,5). "¿Es que no
está el Señor en Sión? ¿Su rey no
mora en ella?" (Jr 8,19). Ya no vemos nuestros signos ni hay
profetas. Ninguno de nosotros puede decir: "¿Hasta
cuándo?"" (74,9).
?. VERGÜENZA E IRRISIÓN DE NUESTROS
ENEMIGOS
Por encima de todos los sufrimientos físicos, las
lamentaciones insisten en el hecho de que los fieles han perdido
su honra y se han convertido en la irrisión de sus
enemigos.
"Por tu causa los enemigos nos insultan. Nos haces la
irrisión de nuestros vecinos, burla y escarnio de nuestros
circundantes. Mote nos haces entre las naciones, meneo de cabeza
entre los pueblos" (Sal 44, 14-15; 79,4). "Todos los que me ven
de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza…"
(22,8).
Lo que deploran no es su afrenta personal, sino la burla
hacia todo lo que es más sagrado para ellos, el rey, el
templo, Dios mismo. "El celo de tu casa me devora, y los insultos
de los que te insultan recaen sobre mí" (Sal
69,10).
"Acuérdate, Señor, de los insultos a tu
servidor (el rey). Llevo en mi seno los ultrajes de los pueblos.
Así ultrajan tus enemigos, YHWH, así ultrajan las
huellas de tu ungido" (Sal 89,51-52). "Has desechado la alianza
con tu servidor, has profanado por tierra su diadema… A sus
adversarios la diestra has exaltado. a todos sus enemigos has
llenado de gozo. Has embotado el filo de su espada y no les has
sostenido en el combate" (89, 39-45).
El salmista continúa insistiendo en que esos
insultos van dirigidos hacia Dios y le pide que tome esa ofensa
como ofensa personal, como su problema personal, ya que todo
ocurre "por causa de tu nombre". "Di algo en tu favor". "Es tu
trono de gloria lo que deshonran". "Me dicen todo el día:
"¿Dónde está tu Dios?"" (Sal
42,4).
"Acuérdate del insensato que blasfema contra ti
todo el día. No olvides el tumulto de los adversarios, el
clamor de los enemigos que crece sin cesar" (Sal 74,18). "No nos
rechaces más, por el honor de tu nombre. No profanes el
trono de tu gloria" (Jr 14,21). "¿Por qué has de
ser como un extranjero en este país, como uno que va de
paso y sólo se detiene por la noche? ¿Por
qué has de ser como un pasmado, como un guerrero incapaz
de librar?" (Jr 14,8-9).
c.- Recuerdo de las acciones pasadas de Dios
El contraste entre las maravillas pasadas que Dios ha
realizado y la situación de angustia presente es
típica de estos salmos de LC. No se trata meramente de la
nostalgia de tiempos mejores. Se traen al recuerdo las acciones
pasadas de Dios bajo la presión de una fuerte crisis. Al
comparar el pasado con el presente, el pueblo toma conciencia de
la coherencia que hay en su historia, y trata de integrar dentro
de ella los nuevos sucesos incomprensibles.
Hay una tendencia en la gente que se encuentra pasando
por duras pruebas a consolarse pensando en los momentos felices
del pasado, en el recuerdo de un paraíso original que le
da seguridad y renueva su confianza en Dios. "Eres tú el
que me ha sacado del vientre, y me has confiado a los pechos de
mi madre; a ti fui confiado al salir de sus entrañas.
Desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios" (22, 10-11).
En el exilio el pueblo se acuerda de las grandes fiestas y
ceremonias cuando tomaba parte en la liturgia del templo. "Lo
recuerdo y mi alma se expansiona. Cómo caminaba hacia la
tienda admirable, hasta la casa de Dios, en medio de gritos de
algazara de la multitud jubilosa" (Sal 42,5).
Estos recuerdos nos consuelan en el momento en que
"somos los más pequeños de todas las naciones y
estamos humillados en toda la tierra a causa de nuestros pecados.
Ya no hay jefe ni profeta, ni príncipe, holocausto,
sacrificio, oblación o incienso, o un lugar donde ofrecer
primicias y encontrar gracia delante de tus ojos" (Dn 3, 37-39).
"¿Dónde están las primicias de tu amor,
Señor?" (Sal 89,50). "Me acuerdo de los días de
antiguo, me repito todas tus obras, medito sobre la obra de tus
manos" (143,5).
"¿Es para siempre que Dios nos rechaza?
¿Ya no nos mostrará más su favor? ¿Se
ha agotado su palabra para siempre? ¿Es que Dios se ha
olvidado de compadecerse, o la cólera cierra sus
entrañas? Y me digo: "Mi pena es que ha cambiado la
diestra del Altísimo" (Sal 77,8-11).
Entre estas maravillas está el relato detallado
de las obras de Dios en la creación y en la historia. Se
le recuerda a Dios su creación, su lucha contra el caos
inicial con matices míticos: "Tú quebrantaste la
cabeza del Leviatán y se la diste como pasto a las bestias
salvajes. Tú haces brotar torrentes y manantiales,
tú desecas río inagotables. Tuyo es el día,
tuya es la noche; tú colocaste la luz y el sol; tú
has puesto los linderos del orbe, el verano y el invierno eres
tú el que los has creados" (Sal 74, 14-17; Is
51,9-10).
Pero sobre todo se le recuerda a Dios su obra de
salvación. Las relaciones de Dios con su pueblo son un
tesoro de recuerdos transmitidos de generación en
generación. "Oh Dios, lo hemos oído con nuestras
propias orejas, nuestros padres nos han contado la obra que
hiciste en sus días, los días de antaño, por
su mano" (Sal 44, 2). El salmo 80 resume toda esa historia con la
parábola del agricultor que planta y cuida una
viña. Otros salmos contienen también
pequeños resúmenes de historia de salvación
( 44,3-4; 77,15-21).
También se recuerdan las palabras que Dios
pronunció y las promesas que hizo en el templo por medio
de oráculos proféticos. Algunas veces estos
oráculos son reproducidos palabra por palabra dentro de la
lamentación misma. "Dios prometió una vez en su
santuario: "Victorioso parcelaré Siquén…"
(60,8-10). "Una vez hablaste en visión y dijiste a tus
amigos… (sigue a continuación la cita de promesas hechas
a los reyes de Israel, y al final hay una dramática
descripción del presente tan distinto de aquellas promesas
hechas). "Tú has rechazado, y despreciado a tu ungido y te
has encolerizado contra él. Has desechado la alianza con
tu siervo, has profanado por tierra su diadema."
(89,20-38).
d.- Petición
Cuando hablamos de la LI explicábamos ya la
naturaleza de la petición en las lamentaciones. Alude
siempre a la liberación deseada, sin añadir una
letanía de otro tipo de peticiones. Utilizan la forma de
súplica con un lenguaje profundamente emotivo. "No
entregues a las aves de rapiña la vida de tu
tórtola, ni olvides sin remedio la vida de los pobres" "
(Sal 74,20). "Piensa en la alianza" (74,21).
A menudo una petición viene razonada con motivos
convincentes: "A causa de tu nombre (Sal 79,9). "¿Por
qué han de decir las naciones: ¿Dónde
está su Dios?"" (79,10). "Estamos saciados de desprecios
(123,3-4). "Ya no podemos más" (79,8). "Redímenos
por tu amor" (44,27).
Tal como era de esperar, algunas veces la
petición se centra en una súplica por el rey: "Que
tu mano proteja al hombre que está a tu derecha, al hijo
del hombre a quien has fortalecido" (80,18). A menudo encontramos
súplicas de venganza contra los enemigos, Hablaremos de
ellas despacio cuando nos refiramos a los salmos
imprecatorios.
e.- La respuesta divina
La parte más importante de la celebración
litúrgica era la respuesta divina. El pueblo se
reunía para exponer ante Dios la prueba por la que estaba
pasando y pedir ser liberado de ella. En ese momento,
después de la petición, la asamblea esperaba que
Dios hablase de una u otra forma. Por ejemplo, en el salmo 85,
después de la petición: "Haznos volver", se oye una
voz en off, en forma de solo, que comienza a decir: "Yo escucho.
¿Qué dice el Señor? El Señor habla de
paz para su pueblo y sus amigos… (85,9).
Esta respuesta divina llega a través del
ministerio de los profetas del primer Templo, y de los sacerdotes
y levitas en el segundo Templo. En el pasaje de 2 Cr 20,3-17
vemos cómo el rey Josafat, amenazado por los moabitas y
amonitas decide recurrir a YHWH y proclama un ayuno. El texto
bíblico nos conserva la oración del rey en
términos detallados. Y después, en medio de la
asamblea, el Espíritu de Dios vino sobre Yehaziel. Este
gritó: "Prestad oído… No temáis, no os
asustéis ante esa horda inmensa. El combate no es vuestro.
Es el de Dios".
En los salmos se conserva raramente el oráculo
que era pronunciado en ese momento, o se hace alusión a
él (60,8-10; 81,7; 85,9-10). Sin embargo este
oráculo aparece a menudo en los textos proféticos
(Is 33,10-13; Jr 4,1-2). Los salmos de lamentación dejan
también abierta la posibilidad de que Dios guarde silencio
(Hb 1,13b) o "se envuelva en una nube que ninguna plegaria puede
penetrar" (Lm 3,44).
F. SALMOS DIDÁCTICOS
1. Los Salmos didácticos como género
literario
Hay una familia de salmos diversos que tienen un rasgo
común: reflexiones sapienciales, lecciones de la historia,
exhortaciones proféticas, instrucciones litúrgicas.
Podríamos llamarlos "Salmos didácticos".
En estos salmos lo didáctico predomina sobre lo
lírico. Más que la transmisión de vivencias
o sentimientos, se trata de comunicar reflexiones y
enseñanzas. El maestro se dirige al discípulo, el
padre al hijo, para impartir una enseñanza que viene de la
historia, o que viene de la observación o del sentido
común.
Dentro de esta familia incluimos los Salmos
históricos, o narrativas hímnicas que describen los
acontecimientos decisivos de la Historia de salvación, las
"magnalia Dei" que se nos han conservado tradicionalmente en el
Credo histórico de Dt 26,5ss. Estos salmos no son
meramente una narrativa hímnica. sino que tratan
también de sacar lecciones de la historia, haciendo de
Israel y sus actitudes el sujeto de una meditación. La
historia es la epifanía de Dios y de su designio. Hay
muchos fragmentos que responden a este enfoque didáctico
de la historia, pero sólo dos salmos ofrecen este
género en de modo totalmente desarrollado: 78 y
105.
2. Salmos sapienciales
Queremos estudiar ahora un tipo de salmos
didácticos denominado "Salmos Sapienciales". Estos salmos
nos presentan un tipo único de literatura, que supone el
puente entre los poemas para el culto, y las instrucciones
sapienciales.
Los salmos sapienciales no tienen una estructura
literaria fija. Algunos de ellos son alfabéticos: 37, 112
y 119. El "mashal", (proverbio, dicho o sentencia), representa la
forma más antigua y simple de la literatura sapiencial. La
forma proverbial aparece frecuentemente en el Salterio,
así como otras expresiones típicas de
Sabiduría tales como los macarismos, normalmente al
principio del salmo ("Felices los que…" (Sal 1,1; 32,1; 112,1;
119,1; 128, 1…)
En los textos de la Sabiduría se suele distinguir
entre "dichos sapienciales" y "canciones sapienciales". Ambos
tipos aparecen en los salmos. En la pequeña
colección de cantos de peregrinación, encontramos
unos cuantos dichos sapienciales, que no tiene relación
con el culto, tal como por ejemplo: "Si el Señor no
construye la casa en vano fatigan los albañiles…" (Sal
127,1) o "Dichosos los que temen al Señor y siguen su
camino" (Sal 128,1). Estos salmos podrían incluirse en el
Libro de los Proverbios tal como están sin cambiar una
palabra. Su presencia en el salterio es una prueba de que en los
últimos tiempos los Salmos y la Sabiduría llegaron
a ser campos interrelacionados.
Según Gunkel los salmos sapienciales carecen de
"forma", y su medio de vida no es el culto. Estas son dos
características que los diferencian de los otros salmos.
Tampoco los autores subsiguientes han conseguido ofrecer una
descripción consensuada de las características
comunes de estos salmos que nos permiten identificarlos o
catalogarlos como tales. Von Rad habla de "una cierta
erudición y cualidad didáctica, una preponderancia
de pensamientos teológicos…" El salmo más
característico de este grupo sería el salmo 1.
Otros candidatos serían los salmos 32, 34, 37, 49, 112,
119 y 128. Muchos incluyen también el salmo 73.
Recientemente muchos han protestado contra la tendencia
a separar demasiado lo didáctico de lo cúltico.
Textos como Ex 12,25-27 (valor catequético del Seder de
Pascua para los niños) muestran cómo los textos
litúrgicos tenían también una finalidad
didáctica. Las confesiones litúrgicas de la fe
sirven para que los orantes se autoinstruyan en los
artículos de su fe.
Además no todo el culto en Israel tenía
lugar en el Templo. Tardíamente se va generalizando un
tipo de culto privado. Daniel oraba y alababa a Dios tres veces
diarias (Dn 6,10-11). El autor del salmo 119 presume de hacerlo
siete veces al día (v. 164). La costumbre de repetir las
palabras de la Ley día y noche es a la vez meditativa y
orante.
El salmo 1 parece haber sido puesto al principio del
salterio intencionadamente como prefacio, indicando al lector el
modo como el salterio debería ser utilizado. El salmo 1 en
sí mismo no es una oración, no está dirigida
a Dios. Opone el camino del malvado al del justo. Lo que
caracteriza al justo es su modo de meditar, recitar y deleitarse
en la ley ("Ley" aquí tiene un sentido amplio, que no se
reduce al Pentateuco, y que de hecho incluye el Salterio mismo).
Por supuesto este uso meditativo privado del Salterio no excluye
su otra finalidad de libro litúrgico para el templo. Ambas
finalidades no son incompatibles.
El deseo de utilizar el Salterio para este fin
didáctico-meditativo privado ha producido importantes
cambios en la edición tardía del libro. Por una
parte todo el conjunto ha sido precedido por un Salmo sapiencial,
el salmo 1, quizás compuesto especialmente para cumplir
esta tarea. La presencia del salmo 1 al inicio da la
tónica para una lectura meditativa del salterio, bien
distinta de la aplicación litúrgica tradicional.
Esta misma tónica ha podido producir otros cambios en la
edición final del Salterio a) Ha llevado a reordenar
algunos salmos, para que sean leídos uno a
continuación de otro. b) Ha hecho pequeñas
adaptaciones en algunos para que cumplan mejor su nuevo rol. c)
Ha llevado incluso a incluir en el Salterio salmos totalmente
nuevos de carácter sapiencial.
a) Se pueden distinguir pequeños grupos de salmos
que leídos consecutivamente tienen una unidad. Whybray
cita los salmos 90 a 92, 105 y 106.
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